Para comenzar el año he querido postear un cuento escrito por un amigo, me pidió que lo ojeara y le dijera que tal y de igual forma quiero que ustedes hagan lo mismo y me digan que tal les parece, espero les guste y me den sus comentarios.
MELODY
1 de Enero 2011.
En la mitad de un infinito mar, que nunca había sido visto, ni atravesado por los barcos de ningún pueblo ni conocido siquiera en los mapas de los exploradores, existía una isla. En el centro de ella se elevaba una meseta, en cuyo centro se elevaba una hermosa mansión, esplendida con hermosos jardines y bastante servidumbre. En ese lugar vivían dos doncellas, una mayor y otra menor, mas hermosas que los jardines que rodeaban la mansión, justamente como el despertar de un nuevo día que iluminaba los jardines.
A pesar de estar rodeada de lujos, Ángela -la menor- vivía triste y sola. Ella era ignorada por la servidumbre de esa mansión, ya que para ellos era como si ella no existiera. Su única compañía era su hermana mayor, quien al día siguiente iba a cumplir dieciocho años. Ambas se querían mucho y compartían muchas horas juntas cada día. Ángela deseaba hacerle una gran fiesta, pero ese día su hermana le pidió que abandonara el lugar, que escapara de esa mansión.
Ángela no puede pensar en eso, especialmente ante una fecha tan especial, pero Rosa -su hermana mayor- le explica que es necesario, que si no lo hace antes de que acabara el día, ella moriría junto a ella. Entonces le explica que debe dirigirse hacia el bosque, en donde encontraría una hermosa cascada y una grata sorpresa.
Ángela escapa con mucho cuidado de la mansión hasta finalmente perderse en el bosque. Cuando las fuerzas le fallan, se encuentra con unos pequeños animales quienes la guían hasta encontrar una cascada, cuya agua le recupera las fuerzas. Estos mismos animales, explican que conocen a Rosa y darían aviso a sus otras hermanas para que vinieran a recogerla. Ángela queda sorprendida y asombrada al descubrir que sus hermanas aún viven, ya que solo las conocía por vagos recuerdos de su niñez.
Ángela espera una, dos horas hasta quedarse dormida, pero un horrible sueño en donde su hermana era devorada y despedazada la despierta. Al despertarse súbitamente, sorprende a dos jovencitas de su misma edad. Al verlas, se sorprende, Ángela no lo cree, primero las estudia con la mirada, luego se frota los ojos hasta comprender que no se trata de una ilusión, y curiosamente comprende que estas jovencitas eran iguales a ella, iguales como gotas de agua. Luego de esta grata sorpresa, una protocolaria introducción y conversar por un largo periodo de tiempo, ellas le confiesan que sus nombres son Ángel y Angélica.
La emoción de verse juntas por fin, las embriaga y las hace olvidar del camino a su casa, perdiéndose en la isla y terminando en una playa cercana, colocándose entonces a jugar. Ángela quedó sorprendida ya que había visto el mar desde la mansión, pero nunca lo había podido tener bajo sus pies, asombrandose al ver una cosa tan grande e imponente. Sin embargo, al ver a la mansión en el centro de la isla, recordaba el peligro que su hermana corría, preocupandole y evitando que disfrutara plenamente de sus juegos fraternales.
Cuando Rosa finalmente escapa de la mansión gracias a los animales que ayudaron a Ángela, llega hasta la cascada, en donde se reune finalmente con su hermana Pacifica. Pacifica es su hermana gemela, tanto física como emocionalmente, separadas de niñas por la gente de la mansión.
Cuando llegan a la casa, sus padres las reciben con júbilo y alegría, ya que por fin logran reunirse después de años de separación. Su madre llora desconsoladamente y Leonardo -su padre-, en vano trata de animarla, besándole las lágrimas. La felicidad es bastante grande y aumenta cuando los animales del bosque les aseguran que la cascada mágica, ungida por su amor y unión familiar, los protegería esa noche contra cualquier amenaza.
Esa noche sus padres le cuentan a sus hijas que ellos habían venido de una tierra muy lejana, escogidos debido a su amor juvenil como sacrificio -por su pueblo- para aplacar al demonio, quien había decidido usarlos para que procrearan únicamente doncellas, para al final devorar su carne y beber su sangre, la cual le gustaba en exceso. Leonardo creía que no iba a pasar mucho tiempo antes de que vinieran por Rosa, su primera hija, a la cual no pudieron esconder como a Pacifica. Leonardo estaba preocupado porque esa noche podrían atacarlos, al darse cuenta los demonios de la desaparición de Rosa. Leonardo juró que sacrificaría su vida por defender a sus hijas, pero no estaba seguro de poder detener a los demonios.
Esa noche en su habitación, Ángela descubre para su sorpresa que le tocaría dormir en un gran colchón de paja junto a sus hermanas, pero era tal la emoción del reencuentro que pasaron esa noche haciendo muecas, contando chistes, jugando con sombras chinescas, ignorando el inminente peligro, ya que en su mente infantil era imposible concebirlo.
La noche siguiente, para el pesar de la familia, los demonios atacan, secuestrando a Gabriela -su madre-. Leonardo, bastante herido por luchar contra ellos, se lamenta y grita que ojalá hubiera sido mas fuerte para haber protegido a su mujer. Se desespera al pensar en lo que podría sucederle, volviéndose loco de ira y frustración. Debido a esto, le ordena a sus hijas que se escondan en la cascada sagrada, decidiendo atacar él solo la mansión a pesar de hallarse malherido.
Ya en la cascada, sus hijas, preocupadas por sus padres, deciden rezarle a Dios, quien al ver su amor, sus lágrimas y su llanto, además del sentimiento puro por su padre, hace que vean un leve brillo proveniente del agua, un brillo metálico y plateado. Al investigar esto, las doncellas encuentran una espada, reluciente y nueva dentro del agua de la cascada.
Rosa y Pacifica, preocupadas y nerviosas, discuten si llevarle el arma a su padre. Rosa -valiente de corazón- desea ayudarlo, pero Pacifica se encuentra muy asustada para pensar en ello. Mientras ellas discuten, las niñas -con lágrimas en los ojos- le piden a Rosa que no las abandone. Finalmente Rosa convence y anima a Pacifica de ir a la mansión. Tan solo es después de unas horas, que las gemelas menores -quienes por orden de Rosa se quedaron- escuchan un gran ruido y un grito demoniaco que proviene de la mansión. A continuación ven caer un gran rayo que cae del cielo y destruye el lugar.
Pasa un día, pasan dos, pasa una semana y las hermanas Ángel, Angélica y Ángela, se habían resignado a no saber de su familia, cuando una paloma con un mensaje escrito por su padre les cuenta que el amor de Dios los había salvado, eliminando al malévolo demonio, pero enviándolos a ellos a una tierra extraña.
Las tres hermanas se miran entre sí con un gran alivio, descubriendo que les tocaría vivir solas hasta que su familia regresara.
En la mitad de un infinito mar, que nunca había sido visto, ni atravesado por los barcos de ningún pueblo ni conocido siquiera en los mapas de los exploradores, existía una isla. En el centro de ella se elevaba una meseta, en cuyo centro se elevaba una hermosa mansión, esplendida con hermosos jardines y bastante servidumbre. En ese lugar vivían dos doncellas, una mayor y otra menor, mas hermosas que los jardines que rodeaban la mansión, justamente como el despertar de un nuevo día que iluminaba los jardines.
A pesar de estar rodeada de lujos, Ángela -la menor- vivía triste y sola. Ella era ignorada por la servidumbre de esa mansión, ya que para ellos era como si ella no existiera. Su única compañía era su hermana mayor, quien al día siguiente iba a cumplir dieciocho años. Ambas se querían mucho y compartían muchas horas juntas cada día. Ángela deseaba hacerle una gran fiesta, pero ese día su hermana le pidió que abandonara el lugar, que escapara de esa mansión.
Ángela no puede pensar en eso, especialmente ante una fecha tan especial, pero Rosa -su hermana mayor- le explica que es necesario, que si no lo hace antes de que acabara el día, ella moriría junto a ella. Entonces le explica que debe dirigirse hacia el bosque, en donde encontraría una hermosa cascada y una grata sorpresa.
Ángela escapa con mucho cuidado de la mansión hasta finalmente perderse en el bosque. Cuando las fuerzas le fallan, se encuentra con unos pequeños animales quienes la guían hasta encontrar una cascada, cuya agua le recupera las fuerzas. Estos mismos animales, explican que conocen a Rosa y darían aviso a sus otras hermanas para que vinieran a recogerla. Ángela queda sorprendida y asombrada al descubrir que sus hermanas aún viven, ya que solo las conocía por vagos recuerdos de su niñez.
Ángela espera una, dos horas hasta quedarse dormida, pero un horrible sueño en donde su hermana era devorada y despedazada la despierta. Al despertarse súbitamente, sorprende a dos jovencitas de su misma edad. Al verlas, se sorprende, Ángela no lo cree, primero las estudia con la mirada, luego se frota los ojos hasta comprender que no se trata de una ilusión, y curiosamente comprende que estas jovencitas eran iguales a ella, iguales como gotas de agua. Luego de esta grata sorpresa, una protocolaria introducción y conversar por un largo periodo de tiempo, ellas le confiesan que sus nombres son Ángel y Angélica.
La emoción de verse juntas por fin, las embriaga y las hace olvidar del camino a su casa, perdiéndose en la isla y terminando en una playa cercana, colocándose entonces a jugar. Ángela quedó sorprendida ya que había visto el mar desde la mansión, pero nunca lo había podido tener bajo sus pies, asombrandose al ver una cosa tan grande e imponente. Sin embargo, al ver a la mansión en el centro de la isla, recordaba el peligro que su hermana corría, preocupandole y evitando que disfrutara plenamente de sus juegos fraternales.
Cuando Rosa finalmente escapa de la mansión gracias a los animales que ayudaron a Ángela, llega hasta la cascada, en donde se reune finalmente con su hermana Pacifica. Pacifica es su hermana gemela, tanto física como emocionalmente, separadas de niñas por la gente de la mansión.
Cuando llegan a la casa, sus padres las reciben con júbilo y alegría, ya que por fin logran reunirse después de años de separación. Su madre llora desconsoladamente y Leonardo -su padre-, en vano trata de animarla, besándole las lágrimas. La felicidad es bastante grande y aumenta cuando los animales del bosque les aseguran que la cascada mágica, ungida por su amor y unión familiar, los protegería esa noche contra cualquier amenaza.
Esa noche sus padres le cuentan a sus hijas que ellos habían venido de una tierra muy lejana, escogidos debido a su amor juvenil como sacrificio -por su pueblo- para aplacar al demonio, quien había decidido usarlos para que procrearan únicamente doncellas, para al final devorar su carne y beber su sangre, la cual le gustaba en exceso. Leonardo creía que no iba a pasar mucho tiempo antes de que vinieran por Rosa, su primera hija, a la cual no pudieron esconder como a Pacifica. Leonardo estaba preocupado porque esa noche podrían atacarlos, al darse cuenta los demonios de la desaparición de Rosa. Leonardo juró que sacrificaría su vida por defender a sus hijas, pero no estaba seguro de poder detener a los demonios.
Esa noche en su habitación, Ángela descubre para su sorpresa que le tocaría dormir en un gran colchón de paja junto a sus hermanas, pero era tal la emoción del reencuentro que pasaron esa noche haciendo muecas, contando chistes, jugando con sombras chinescas, ignorando el inminente peligro, ya que en su mente infantil era imposible concebirlo.
La noche siguiente, para el pesar de la familia, los demonios atacan, secuestrando a Gabriela -su madre-. Leonardo, bastante herido por luchar contra ellos, se lamenta y grita que ojalá hubiera sido mas fuerte para haber protegido a su mujer. Se desespera al pensar en lo que podría sucederle, volviéndose loco de ira y frustración. Debido a esto, le ordena a sus hijas que se escondan en la cascada sagrada, decidiendo atacar él solo la mansión a pesar de hallarse malherido.
Ya en la cascada, sus hijas, preocupadas por sus padres, deciden rezarle a Dios, quien al ver su amor, sus lágrimas y su llanto, además del sentimiento puro por su padre, hace que vean un leve brillo proveniente del agua, un brillo metálico y plateado. Al investigar esto, las doncellas encuentran una espada, reluciente y nueva dentro del agua de la cascada.
Rosa y Pacifica, preocupadas y nerviosas, discuten si llevarle el arma a su padre. Rosa -valiente de corazón- desea ayudarlo, pero Pacifica se encuentra muy asustada para pensar en ello. Mientras ellas discuten, las niñas -con lágrimas en los ojos- le piden a Rosa que no las abandone. Finalmente Rosa convence y anima a Pacifica de ir a la mansión. Tan solo es después de unas horas, que las gemelas menores -quienes por orden de Rosa se quedaron- escuchan un gran ruido y un grito demoniaco que proviene de la mansión. A continuación ven caer un gran rayo que cae del cielo y destruye el lugar.
Pasa un día, pasan dos, pasa una semana y las hermanas Ángel, Angélica y Ángela, se habían resignado a no saber de su familia, cuando una paloma con un mensaje escrito por su padre les cuenta que el amor de Dios los había salvado, eliminando al malévolo demonio, pero enviándolos a ellos a una tierra extraña.
Las tres hermanas se miran entre sí con un gran alivio, descubriendo que les tocaría vivir solas hasta que su familia regresara.
re-elaboración de un cuento anterior mio del 2008.
Cristian ceron.
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