Soñé que tenía uno de los peores días de mi vida, tan malo, que quise atravesar mi cráneo con una bala, pero nada se compara con ver tu "actitud indiferente", tu forma de tratarme, tu cara de odio o el desprecio que tenías hacía mi en ese momento, porque juro que morí en ese instante, sin balas, sin sangre, sin morir realmente... y allí seguía, muerta en vida viendo como te alejabas por última vez, sin saber que hacer más que pensar rogarte que te quedes, pero no pude, porque por más que te quiera en mi vida no puedo obligarte a quedarte, al menos, no después de ver en tus ojos que no me querías; no después de verte ir sin remordimiento de dejarme destrozada una vez más; no después de ese adiós impronunciable.
Y lo peor de todo es que no se que prefiero, si verte solo cuando te plazca, invadiendo mis sueños volviendolos pesadillas, o despertar y no verte.
Mi subconsciente me traiciona, porque en el fondo se que todavía estás ahí, escondida en un rincón de mi mente, jugando con mis pensamientos, dejándome sin escapatoria, pero ya es hora de que me liberes de ti, de quererte, de extrañarte, de pensarte, porque necesito seguir con mi vida y admitir que tu sigues con la tuya; ya es hora de aceptar que algunas separaciones son necesarias, innevitables y permanentes; sin adiós ni despedida, solo un vacío que algunos no terminamos de llenar nunca.
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