¿No vamos acaso, en contra de nuestros principios, valores y creencias, por recibir la aceptación social?
Hemos dejado de ser nosotros para convertirnos en la sombra de alguien más. Somos un mero reflejo de "lo que queremos ser y no podemos". Somos un reflejo de lo que otros quieren que seamos.
Buscamos la aceptación a toda costa.
Y es que, en este mundo, donde lo que realmente importa son las apariencias, el qué dirán, la percepción de quienes nos rodean acerca de nosotros y el juzgar y ser juzgado (pero claro, evitando, de ser posible, el ser juzgado), ¿Quién podría ser tan valiente y auténtico para enfrentar, aceptar y asumir las consecuencias de ser quien es?
Y entonces surge la pregunta "¿Quién eres cuando nadie te está viendo?"
Somos universos, rompecabezas, infinitos. Somos polvo de estrellas. Somos una llama que en cualquier momento se convierte en incendio. Somos arte.
Somos nuestros gustos raros, nuestros éxitos y fracasos. Somos nuestros miedos y el cómo los enfrentamos. Somos las oportunidades que damos y que nos dan, las que aceptamos y las que dejamos pasar. Somos nuestras cicatrices. Somos el amor que damos y el que recibimos. Somos causa y efecto...
Y al final de cuentas, somos como somos por un montón de razones, pero también, somos lo que hacemos para dejar de ser quienes somos.
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