En mi último día como empleado de tiempo completo, envié un correo electrónico en el que expresaba educadamente mi opinión sobre ciertos aspectos relacionados con la investigación, que considero no están funcionando bien en la universidad.
Esta organización parece priorizar más los criterios financieros que los procesos académicos. Tiene a profesores de alto nivel realizando tareas operativas y administrativas, en lugar de dedicarse a actividades académicas, como debería ser. En mi caso, en ese correo expresé una opinión personal al respecto, señalando que no solo me sentía explotado y mal pagado, sino también poco valorado. Lo que ocurrió a continuación es un claro ejemplo de una práctica mal enfocada: en lugar de buscarme para conocer de primera mano las razones de mi descontento, intentaron silenciarme y apartarme de la organización.
¿Es este el ejemplo que debe dar una universidad? La excusa fue que "nadie que hable mal de la empresa puede permanecer en ella". De acuerdo, lo entiendo, pero ¿no podrían detenerse a pensar que quizás ese sentimiento era compartido por otros?
Qué malas prácticas tienen muchas organizaciones modernas. Y uso este término, con el permiso de Etzioni, solo para referirme a la supuesta modernidad y evolución.
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