Días grises, tan grises que hasta las cosas que te suceden parecen de ese color; la lluvia que cae en la ciudad, en la carretera, en el camino mojando la sedienta tierra, aveces también sirve mostrarnos como será nuestro día. Esos días fríos, grises, básicamente malos que traen consigo situaciones acordes a su color, perdidas de dinero, problemas mecánicos, desplazamientos innecesarios o peor aun, perder los desplazamientos por otros factores. Esa sensación de sentir que va todo mal, de que no hay solución, de que vas de culo para el estanque y con una gran roca amarrada a tus pies, esa sensación de que la única salida para este triste gris es dejarte absorbe estallar y mandar todo para la mierda, cuando todo lo malo se junta que hasta las personas que te hacen sentir bien son motivo de preocupación de molestia, cuando sientes que la poca luz del túnel se extingue cuando no vas ni en la mitad del recorrido.
Sentir que si haces algo que quieres te alejas de otro algo que también quieres y no encontrar solución. Esos días que son mejor olvidar pero que te dejan marcas imborrables en tu psiquis, en tu memoria. Días que sólo el tiempo hace superar. Días como los últimos donde se nota que no todo va bien y quienes han sido tu soporte se notan alejados sea por deberes, por estar en otros planes o quieren alejarse de ti, días que no quiero vivir pero que toca.
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